martes, 16 de octubre de 2007

Otra Espada de Damocles para la economía americana


¿Que tienen en común George Bush y Kathleen Casey-Kirschling?

Probablemente ya están hartos de oír hablar del primero y se preguntarán quien cuernos es esta tal Kathleen del apellido compuesto... bueno lo más importante que tienen en común el polémico presidente estadounidense y esta señora desconocida hasta ahora, al menos para mi, es que ambos forman parte de la generación de los baby bommers.

Se estarán preguntado que es esto, o quizás ya escucharon el término. Se llama baby boomers a las personas nacidas entre 1946 y 1964 resultado de una explosión demográfica que se vivió en los Estados Unidos después de la Segunda Guerra Mundial. Cada día 10,000 personas celebran su cincuentavo cumpleaños en este país, se calcula que hay 78 millones de baby boomers. Los más jóvenes están cumpliendo 43 años y los más veteranos están por los 61, todavía forman una gran parte de la fuerza laboral de los Estados Unidos, pero se empiezan a ver nubes negras en el horizonte...

Kathleen Casey-Kirschling es considerada la primera baby bommer de los Estados Unidos ya que nació un segundo después de la medianoche del 1 de enero de 1946. Ayer lunes Kathleen, que hasta ahora se ganaba la vida como maestra y consultora en nutrición, aplicó para empezar a recibir su jubilación.

¿Qué va a pasar cuando esta caterva de gente, que en general goza de buena salud dejen de trabajar (muchas veces contra su voluntad ya que las empresas prefieren trabajadores jóvenes) y empiecen a cobrar su jubilación? Según la ley hoy en día, se puede empezar a reclamar el dinero acumulado a los 62 años, el cheque mensual aumenta si uno espera hasta los 67.

Las proyecciones dicen que si se sigue recaudando como hasta ahora, para el año 2030 cuando hasta los baby boomers más jóvenes estén en edad de jubilarse los morlacos no van a alcanzar para todos. En la actualidad hay 3.3 trabajadores para mantener un jubilado, para el año 2030 solamente van a haber 2. Según un estudio publicado por una organización llamada The Independent Institute (El Instituto Independiente) con sede en California, en el año 1950 había 16.5 trabajadores para mantener un jubilado ¿Qué diferencia, no?

Esta multitud es como una espada de Damocles que se cierne sobre el sistema de seguridad social americano (Social Security), ya que aunque mucha gente tomó sus previsiones y cuentan con algún otro tipo de ingreso para suplementar la jubilación, otros no pudieron o no pensaron en tomar previsiones y el Estado no va a tener dinero para mantener a todos, si la cosa sigue como está.

Enfrentados a este malón de canosos que dentro de poco tiempo va a querer cobrar la platita que contribuyeron durante sus años de trabajo, muchos hacen como el avestruz, especialmente los políticos en época de campaña, meten la cabeza en un hueco esperando que nadie se acuerde del problema, ya que no hay solución fácil. Aumentar los impuestos no gana votos y anunciar que se tiene que cortar beneficios que fueron prometidos, todavía menos. El consenso es que el problema existe pero nadie quiere cometer el suicidio político de implementar el remedio, en consecuencia se patea la pelota para adelante.


Este dilema de la sociedad americana está muy bien ilustrado en una sátira política escrita por Christopher Buckley llamada Boomsday. Christopher Buckley es el autor del libro “Thank You For Smoking” (Gracias por Fumar) del cual se hizo una película del mismo nombre que fue proyectada el año pasado en salas uruguayas. En esta oportunidad Cassandra Devine, la heroína de la novela de Buckley es una relacionista publica de 29 años desilusionada del gobierno y golpeada por la vida, que decide que la única forma de liberarse del peso que los jubilados imponen sobre los trabajadores mas jóvenes, es proponer una ley en la cual los veteranos tengan una serie de ridículos beneficios por cometer suicidio voluntario a la edad de 75 años. Esta idea es tomada por un político oportunista que la utiliza para promover su campaña y el proyecto de ley llega hasta el Senado. ¿Un disparate, no? Pero lo que no es un disparate es que la novela de Buckley da justo en el clavo, el problema existe y las futuras generaciones son las que lo van a heredar.

Según un artículo publicado por la cadena CNBC los baby boomers gastan la friolera de 2 trillones de dólares al año. Los más jóvenes están pagando todavía la educación de sus hijos y las hipotecas de sus casas. Los más veteranos, en muchos casos ya cumplieron con estas obligaciones y tienen más dinero para gastar en ellos mismos. Muchos de ellos están empezando a retirarse o a comprarse una segunda propiedad en otros países donde el costo de vida es más barato y el clima más amable, los favoritos son México, Costa Rica, Panamá y República Dominicana. Hay ciudades como San Miguel de Allende en México, donde los expatriados, en su mayoría jubilados de Estados Unidos y Canadá conforman el 12% de la población. Hay varios emprendimientos inmobiliarios pensados para este público.

Panamá lleva la delantera en cuanto a captar extranjeros se trata. Según la página de internet de la Embajada de Panamá, en 1998 el gobierno aprobó una ley que protege las inversiones extranjeras de 2 millones de dólares o más por 10 años ante cualquier cambio en las leyes laborales, impositivas y aduaneras. También el gobierno da facilidades a la gente que quiera radicarse en este país con incentivos, tienen un sistema que se llama “pensionado” que contrariamente a lo que su nombre puede sugerir, no está reservado a los jubilados, puede acceder cualquier persona de más de 18 años que pueda probar que tiene un ingreso de por lo menos 500 dólares mensuales de una agencia gubernamental o una compañía privada. El hecho de ser “pensionado” da derechos a descuentos del 50% en todo lo que sea recreación como ser cines, teatros, conciertos, eventos deportivos, 30% de descuento en ómnibus, barcos y trenes; 25% en los pasajes de avión, 50% en los hoteles de lunes a jueves y 30% de viernes a domingo, 25% en los restaurantes, ¿Interesante, no es cierto?

¿Y si nos importamos algunos veteranos a Punta del Este? Comparativamente nuestras propiedades siguen siendo baratas para ellos (con 200.000 dólares comprás solamente un monoambiente en una ciudad como Washington, DC), seguimos siendo relativamente seguros, algún robo aquí y allá, pero no somos San Pablo ni México donde los ejecutivos no ponen el cargo que tienen en su empresa en sus tarjetas personales por si los llegan a secuestrar; tenemos casinos, hospitales, cines, boutiques, restaurantes... ¿Nos molestarían tanto algunos canosos con camisas hawaianas? ¿Da para pensarlo, no?