viernes, 19 de agosto de 2011

Poderosa y controvertida prensa

Ayyy prensa, te llaman el cuarto poder. ¡Cuánta controversia se ha generado por tu culpa!

Los políticos te necesitan, los personajes públicos, los trepadores, los comerciantes, todos te usan para lograr sus fines. Te denigran cuándo difundís algo que no les conviene, te adoran cuándo servís a sus intereses.

Serás el cuarto poder, pero has sido capaz en diversas oportunidades de derribar a los tres primeros.

Tu primer y única lealtad debe ser para con tu público, este depende de ti para saber la verdad. La verdad que nos gusta y la que preferiríamos ignorar. Los gobiernos se ponen nerviosos cuándo los criticás, pero llaman a conferencias de prensa para anunciar sus logros.

La semana pasada tuvimos un ejemplo del poder de la prensa en nuestro balneario, siempre pendiente de los indicios que señalan si va a ser una buena o mala temporada.

El martes 9 de agosto salió en este mismo diario un artículo titulado “Tormenta financiera global afecta directamente a José Ignacio.” En la nota se recogían las declaraciones del inmobiliario Ignacio Ruibal, las cuales hablaba de la crisis financiera mundial y cómo esta está afectando la concreción de alquileres en el sector de propiedades Premium. Este es un pequeño segmento del mercado conformado principalmente de turistas europeos y norteamericanos de alto nivel adquisitivo, que alquilan las grandes casas frente al mar, y prefieren José Ignacio como lugar de vacaciones. Vienen durante la última semana de diciembre y la primera de enero y en muchos casos se quedan menos de quince días. Según lo que dijo Ruibal en este artículo, parece que este año se están tomando su tiempo en concretar el alquiler de una propiedad, ya que hubieron consultas, pero menos reservas que otros años a esta altura.

Parece bastante lógico que esto pase ¿no es cierto? La incertidumbre económica ha alcanzado a todos los rincones del mundo y lo único que parece mantener cierta estabilidad es el oro.
El hecho es que se publicó este artículo y “pandío el cúnico”, perdón, "cundió el pánico" y la inmobiliaria Nana Lavagna se sintió en la obligación de “desdramatizar” la situación. Lavagna salió a hacer declaraciones en FM Gente con la intención de minimizar las preocupaciones expresadas por Ruibal. Lavagna dijo que estos clientes son apenas unos pocos, asegurando que desde la vecina orilla siguen llegando los inversores y que el mercado de los extra regionales no afecta verdaderamente los resultados globales de los alquileres en Punta del Este.

Por otro lado, Omar Milar el presidente de la Asociación de Inmobiliaria de Punta del Este (ADIPE), dijo a la radio El Espectador, al ser consultado respecto a la crisis internacional: “por ahora no creemos que tendrá muchísima incidencia en lo que tiene que ver con la temporada en Punta del Este. Punta del Este se ha venido presentando con un movimiento sustentable que todo indica que se va a mantener un par de años más. Toda esta crisis puede tener alguna relevancia en lo que pueden ser las economías de otros mercados pero en el mercado de alquileres o ventas de Punta del Este creemos que no va a tener mucha importancia”.

¡Qué revuelo que se armó con las declaraciones de Ruibal! Si leemos bien las mismas, ellas se refieren específicamente a José Ignacio, no a Punta del Este en su conjunto, y más concretamente a un segmento del mercado bastante acotado. Sin embargo los ecos llegaron de José Ignacio y se magnificaron alcanzando a Punta del Este y alrededores.

En un lugar dónde la mayoría de las propiedades son la segunda, cuándo no la tercera o cuarta propiedad de una familia, y gran parte de estas están vacías diez meses del año, no se aplica la misma lógica que en las ciudades. Bien sabemos los que aquí vivimos, que en Punta del Este no hacemos si no esperar esperanzados los resultados de la fugaz temporada.

Poderosa prensa, por favor no se te ocurra hacer nada que espante a los posibles turistas o inversores.
¿Y tu compromiso con la verdad? Bueno, por esta vez no nos hagas olas, no sea que nos quedemos solos y vestiditos para la fiesta sin nadie con quien bailar.

miércoles, 10 de agosto de 2011

Las noticias nuestras de cada día

Últimamente ando falta de inspiración. No sé si será el invierno que me congeló las ideas, o algunas cosas que me preocupan y monopolizan mis pensamientos, pero el hecho es que no se me ocurre de qué escribir.

Pensándolo bien, temas no deberían faltarme. El Big Brother del norte, nuestro referente –en muchos casos a regañadientes, pero referente al fin- estuvo a punto de declararse en quiebra, arrastrándonos a todos en un incierto laberinto del que nadie sabe cómo salir, Europa no consigue recuperarse de la crisis, los indignados españoles siguen indignados, el Medio Oriente es un polvorín a punto de estallar.

A nivel nacional la mina de Aratirí ha dado que hablar, se siguen recolectando firmas para bajar la edad de imputabilidad, todos los días hay un asalto nuevo con ribetes cinematográficos y el dólar apenas llega a los dieciocho pesos. En la vecina orilla Tinelli sigue probando que es capaz de todo con tal de mantener el rating -hasta hacer un reality show de la caída con traumatismo de cráneo de una bailarina en su programa-, Cristina Fernández está empezando a hacerse la simpática, ahora que el triunfo en la primera vuelta no parece tan seguro como hace unos meses y el juez Zaffaroni no puede “zafaroni” nada del lío que se le armó con los cinco apartamentos a su nombre dónde funcionaban prostíbulos clandestinos.

¿Cómo puede ser que ninguno de estos acontecimientos logre inspirarme? ¿Habré logrado transformarme en una de esas personas que siempre me desagradaron? Esa gente que no ve más allá de su ombligo.

Hace casi unos diez años tuve la oportunidad de ver el comportamiento de uno de estos seres. Fue una mañana de un 11 de septiembre, cuando dos aviones se estrellaron contras las Torres Gemelas en Nueva York. Estaba en Punta del Este -más concretamente en el gimnasio, haciendo abdominales- cuando mi padre me llamó por teléfono y me pidió que prendiera la televisión para ver lo que estaba pasando. Lo hicimos justo cuando el segundo avión se estrellaba. Lo que más recuerdo de ese momento fue la reacción de una de las personas que estaba en el caminador, “Paaaa” dijo y después siguió corriendo como si nada pasara. Este comportamiento es característico del tipo de individuos que acabo de describir. Son las personas que si algo no los afecta directamente, lo ignoran, les resbala, directamente no vale la pena prestarle atención.

En el fondo todos vivimos un poco así -a menos que seamos activistas tratando de salvar el mundo- nuestra preocupación es directamente proporcional a la capacidad que tengan estas noticias de afectarnos el bolsillo, o alterar nuestro precario sentido de la seguridad. En un mundo saturado de información muchas noticias nos parecen lejanas y repetidas.

¿Otro huracán en Haití? ¿Se descubrió otro caso de corrupción en la Argentina? ¿Un político norteamericano engañó a la mujer con la niñera -una joven de algún país exótico que estaba en el país ilegalmente- y ofreció una lacrimógena disculpa? ¿Una hambruna más en África? ¿Otra talentosa cantante muere a destiempo por sus excesos? ¿Otro supuesto genio de las finanzas se mandó mudar con la plata de sus clientes?¿Será que sufro de una sobredosis de información? Yo creo hay algo de eso, ya que todo se me mezcla en la cabeza como un gran cocktail de noticias que me parece haber oído antes y nada parece inspirarme.

Espero que este estado no dure demasiado tiempo, ya que empieza a preocuparme esta indiferencia crónica que estoy sufriendo.Mientras tanto los diarios se siguen llenando de titulares, los programas de chismes descubren alguna nueva foto de la pobre Juanita Viale, las vecinas chismorrean acerca de la nueva familia del barrio, y yo los miro a todos desinteresadamente, desde mi momentánea apatía informativa.