martes, 22 de febrero de 2011

La noche en que todos cumplimos cien años


Dos hermanos libaneses, César y Emilio llegan a estas costas en 1911, a lo que en ese momento era un pintoresco pueblo que cobraba vida durante el verano con unos pocos turistas, y durante el invierno quedaba prácticamente vacío. Eran unos pocos valientes los se atrevían a desafiar los meses fríos en esa península, que más que una península parecía una isla. Estos jóvenes emigrantes se radican en Punta del Este y más tarde se casan con dos hermanas vascas Basilia y Luisa, que a su vez habían dejado su Navarra natal en busca de nuevas oportunidades. El espíritu emprendedor de los dos matrimonios, los lleva a fundar un negocio de ramos generales, la Casa Sáder, almacén, bar y lugar de encuentro obligado de los veraneantes y residentes de la zona.

Pasaron cien años de la apertura de ese primer comercio, con el cual los Sáder sellaron su destino, radicándose definitivamente en ese joven Punta del Este, destinado a convertirse en un balneario de renombre internacional.

Uno de esos dos matrimonios, el de Emilio y Luisa, son mis abuelos paternos. Mi padre, Luis, es el hijo mayor de esa unión. Muchos de ustedes lo conocen, o lo han oído nombrar, ya que en sus 77 años de vida, ha sabido ser inmobiliario, desarrollista, presidente e integrante de varias organizaciones avocadas al desarrollo y fomento de Punta del Este, jugador de Ituzaingó, candidato a alcalde y algunas otras cosas más que probablemente se me olvidan.

El domingo 20 de febrero, la Liga de Fomento y Turismo de Punta del Este, homenajeó a la familia Sáder en el XVII Reencuentro de Antiguos Veraneantes y Residentes. Más de cuarenta descendientes de Don César y Doña Basilia, y Don Emilio y Doña Luisa coparon la Liga de Fomento, para recibir allí el afecto de la gente de Punta del Este y comprobar que a pesar de los años, y a que durante el verano parece que nos perdemos entre tanto turista, la unión y el afecto de los puntaesteños para los suyos está más vivo que nunca.

Se celebró un siglo de la familia Sáder en Punta, y como miembro de esa familia estoy muy agradecida por la distinción, pero creo que lo que vale la pena destacar, es que tanto los homenajeados, como los que vinieron a acompañarnos y darnos su apoyo, se dejaron contagiar por el espíritu fraternal de ese antiguo Punta del Este, tan humano y generoso, como lo fue con nuestra y tantas familias de la zona.

¡Gracias Punta del Este!