jueves, 22 de diciembre de 2011

Un día cualquiera en una microcentralidad de Pescipolis

El día lunes 19 de diciembre el Plan de Ordenamiento Territorial y Desarrollo Urbano del eje Avenida Aparicio Saravia, fue puesto a consideración de la población en una reunión realizada en la sede del Cantegril Country Club. El revolucionario plan del urbanista despertó muchas inquietudes en la ciudadanía, a las que, en su mayoría contestaba: ”Lean el proyecto”, blandiendo el grueso bibliorato lleno de palabras políticamente correctas y detalles técnicos. El escaso mes, en plena temporada, es verdaderamente muy poco tiempo para que los vecinos comprendamos el alcance de esta nueva megalópolis propuesta por el prestigioso Consultor Senior Ruben Pesci, más de acorde a las afueras de una ciudad como San Pablo, que a Punta del Este.


En el escenario futurista propuesto por este plan, vivirían personajes como estos:



Juanito Pérez se levantó temprano ese lunes, abrió un ojo y desde su dormitorio de un departamento del piso dieciocho en la avenida Aparicio Saravia, vio a lo lejos el arroyo Maldonado y el Humedal. Pensó que después de la clase de urbanismo se iba a dar una vuelta en kayak con unos compañeros de clase.
Salió del edificio rumbo a la universidad, “hoy voy en bicicleta” se dijo, generalmente iba caminando. El aroma de los bizcochos recién hechos le obligó a parar en la panadería por un par de vigilantes que fue mordisqueando por el camino. Esta vez estaba determinado a no dejarse distraer por la mujer con medias de red que lo miraba provocativamente desde el otro lado de la avenida.
Desde que las microcentralidades se habían instalado en la avenida Aparicio Saravia, Juanito tenía todo lo que necesitaba en un radio de seis cuadras de distancia. Eso incluía las chicas que antes, desorganizadamente trabajaban día y noche en la avenida, en este nuevo Maldonado descentralizado y desestacionalizado, dos o tres de ellas habían sido asignadas a cada microcentralidad, junto con un almacén, una panadería, una farmacia y el infaltable bar.
La familia Pérez, había comprado un departamento en la esbelta torre a pura cuota. El padre de Juanito trabajaba como técnico de audio en el flamante centro de congresos y convenciones, ubicado en el otrora decadente Parque El Jagüel, ahora revalorizado y rebautizado como Parque Nuevo El Jagüel. La madre de Juanito atendía un restaurante de comida peruana en el polo gastronómico El Placer. Los miembros de la familia Pérez iban de su microcentralidad, a las nuevas centralidades: Juanito a la universidad, el padre a el centro de convenciones y la madre al polo gastronómico, para ello no necesitaban de las peligrosas y obsoletas motos de antaño, utilizaban el moderno transporte público o sus bicicletas – también compradas a pura cuota, en el vetusto y caótico centro de Maldonado-
El matrimonio Gómez era de Buenos Aires. Desde que habían descubierto las virtudes del Parque del Humedal y la variedad de atracciones que ofrecía este nuevo descentralizado y desestacionalizado rincón del Uruguay, habían decidido mudarse definitivamente a su departamento de la gallarda torre de veinticinco pisos sobre la avenida Miguel Ángel. El edifico asomaba graciosamente por encima del revalorizado bosque urbano, proyectando una mínima sombra sobre la ancha avenida. En primera instancia habían estado considerando mudarse a Miami, pero ¿Por qué irse tan lejos, si tenían algo que se le parecía a una escasa media hora de avión de Buenos Aires?
Los Gómez también tenían todo lo que necesitaban en un radio de seis cuadras a la redonda, entusiastas deportistas, hacían jogging todas las mañanas por la avenida Miguel Ángel, de allí tomaban una de las calles conectoras y llegaban a la avenida Aparicio Saravia para luego culminar con unos ejercicios de calistenia en la rambla del Humedal. Después del ejercicio matutino, caminaban hasta el polo gastronómico El Placer, donde se deleitaban con una taza de aromático café orgánico, mientras contemplaban a ejemplares autóctonos de la fauna uruguaya, como carpinchos, mulitas y variedad de coloridos pájaros en su hábitat natural.
La familia Gómez y la familia Pérez, eran parte de los 90.000 habitantes que vivían en esta zona del departamento, antes deprimida, ahora revalorizada por el plan urbanístico propuesto por la Intendencia Municipal de Maldonado. El asentamiento de El Placer, el sórdido parque de El Jagüel, y las chicas que vendían sexo en la Avenida Aparicio Saravia, eran simplemente un recuerdo del pasado.



Los Gómez y los Pérez son seres de mi invención, pero familias con características similares a estos, son los habitantes de esta nueva ciudad, propuesta por este nuevo y extremadamente ambicioso plan de ordenamiento territorial, que plantea, según palabras del urbanista contratado para esta tarea, “Un salto cualitativo en la planificación territorial.”

Bienvenida la planificación, basta de improvisación, pero si la Intendencia Municipal de Maldonado, tiene verdaderamente la intención de dejar que la ciudadanía se entere y opine de este plan urbanístico, que propone un nuevo modelo de ciudad, si la voluntad es verdaderamente descentralizar, es sorprendente que en una reunión en el Municipio de Punta del Este, mientras Martin Laventure hacía uso de la palabra, explicando la necesidad de extender el plazo de la Puesta de Manifiesto, el Consultor Senior, encargado de este proyecto, se incline a preguntarle a uno de los técnicos de la intendencia “¿Quien es?”
Sinceramente espero que esta sea la voluntad de la intendencia y no meramente cumplir con una formalidad legal. Los vecinos de Punta del Este tenemos derecho de enterarnos, sopesar, cuestionar y proponer alternativas a un plan que se encuentra en su mayoría en nuestra jurisdicción, por lo tanto, bienvenidas las reuniones, los debates, las asambleas y las discusiones. Es nuestra ciudad la que está siendo intervenida, y de una manera u otra nos afecta a todos. Lo ambicioso de este plan amerita una mayor participación ciudadana y un tiempo prudente de consideración y reflexión. Esperemos que nuestros jerarcas tengan la voluntad de escuchar las voces de los vecinos que queremos participar activamente en el futuro de nuestro departamento.