martes, 12 de marzo de 2013

A CABALLO POR EL PAGO MÁS GRANDE DE LA PATRIA


Hace 27 años que en el corazón del país se celebra la fiesta más criolla de la región. Es la Fiesta de la Patria Gaucha, orgullo del departamento de Tacuarembó.
Este año tuve la oportunidad de asistir por primera vez a esta celebración de nuestras raíces, y pude comprobar en carne propia, que la tradición gauchesca sigue viva y transmitiéndose de generación en generación. La Fiesta de la Patria Gaucha es -para los que somos de la ciudad- una oportunidad de reencontrarnos con la gente del campo y recordarnos cómo era y en muchos casos sigue siendo, la vida de gran parte de nuestro pequeño país. 
La fiesta se realiza en el predio  de la Laguna de las Lavanderas, a la entrada de la ciudad de Tacuarembó. Tuve la fortuna de llegar a la Patria Gaucha como se debe, a caballo por el quebrado y hermoso campo del departamento más grande del Uruguay.
Salimos el jueves 7 de marzo de una estancia en Cuchilla Laureles a 70 km de la ciudad de Tacuarembó. Nuestros guías eran Darío y Nelson, dos baqueanos de la zona, que nos iban contando en su español aportuguesado de la gente de la frontera, de qué se trataba lo que íbamos a ver. Sus palabras rezumaban el orgullo de ser parte de una fiesta que celebra nuestra historia y nuestras tradiciones.
Nada de lo que había leído me había preparado para experimentar la miríada de sensaciones que tuve al ser parte del desfile del sábado, con mi caballo Pico Blanco. Tampoco estaban preparados mis compañeros de cabalgata: mi marido norteamericano, un amigo francés, una arquitecta y un ingeniero de Montevideo. A esta altura ya habíamos cabalgado más de 60 kilómetros juntos, compartido aventuras e intercambiado recetas para los dolores musculares, después de tremenda proeza.
El olor de los caballos, del asado y del humo. Las voces de los gauchos, los relinchos y el sonido de los cascos de casi 3000 caballos en el pavimento, todavía resuenan en mi memoria mientras escribo estas líneas en la comodidad de mi casa de la ciudad.
El desfile del sábado 9 de marzo era una línea interminable de jinetes de todas las edades, todos con sus mejores galas, alineados, marchando de a tres al trotecito por la avenida Manuel Oribe, para terminar a la altura de la plaza en el centro de la ciudad de Tacuarembó. Un inmenso mar de sombreros, banderas y pingos de todos los pelos imaginables desfilaban airosamente al son de los gritos de “Viva la Patria” que animaban a la multitud de jinetes. Los forasteros desfilamos con la sociedad criolla “Patria y Tradición”, fundada en 1945, la más antigua de la región.
La Fiesta de la Patria Gaucha, dista mucho de ser una simple criolla. Es una gran celebración de cinco días, en los que doce sociedades criollas o aparcerías participantes y nueve sociedades invitadas compiten en una serie de actividades, sumando puntos en pos del gran premio del evento. Se compite en pruebas de campo, como carrera de potros, jineteadas y concurso de doma. Las aparcerías  recrean con gran esmero construcciones de la época artiguista en el Fogón Criollo. Se elige entre las jovencitas a la  Flor del Pago, que no sólo debe ser bella, sino que debe demostrar su habilidad en las tareas del campo y  se premia la elegancia y  organización del Desfile Gaucho. Se pasa de la simple criolla a un evento complejo e integrado por muchas actividades que buscan plasmar las variadas realidades camperas. Están presentes la música folklórica, las danzas típicas, la cocina criolla y la oportuna verborragia de los payadores. La Patria Gaucha es una verdadera celebración de la vida del campo, un homenaje a su gente y a su fiel compañero, el caballo criollo. El norte del país se viste de fiesta y la ciudad de Tacuarembó es una generosa anfitriona que acoge a gente de todo Uruguay y el sur de Brasil.
Mi amigo Avit, un francés, apasionado por los caballos y este tipo de aventuras, vino especialmente de Nueva York para la cabalgata por Tacuarembó hasta la Patria Gaucha. Cuando fui a dejarlo en el Aeropuerto Carrasco el domingo, fui hasta el local del Ministerio de Turismo para pedir información de este evento. Grande fue mi sorpresa y desilusión al ver que no tenían nada que ofrecerme, solamente un mapa de la ciudad de Tacuarembó.  Sería bueno que los burócratas de la ciudad también miraran un poco el campo y reconocieran que nuestra identidad no es sólo sol, playa y carnaval.