Últimamente estamos ante una fiebre de reconvertir
tierra para permitir mayor edificabilidad. Las modificaciones a la ordenanza de
la construcción son propuestas y en la mayoría de los casos aprobadas, sin
demasiada alharaca. En el último periodo de gobierno del Frente Amplio se votó
en la Junta Departamental una resolución polémica a mi parecer, por no decir
escandalosa, en la que se permite modificar la ordenanza de la construcción
con apenas 16 votos, cuando antes se necesitaban 21. Para aprobar una excepción
se necesitan 19.
Dice el artículo 21 del TONE
(Texto Ordenado de Normas de Edificación): Excepciones-
La Intendencia Municipal con informe favorable y fundado en las Oficinas
Técnicas competentes, podrá autorizar permisos o gestiones de construcción que
se aparten en puntos faltos de identidad del presente Texto Ordenado de Normas
de Edificación. Cuando la excepción se refiera a áreas, alturas o retiros,
deberá ser debidamente fundamentada por el gestionante, contar con los informes
técnicos respectivos, la opinión favorable del Sr. Intendente y pasar por la
Junta Departamental, requiriéndose la anuencia de este órgano, una mayoría
otorgada de 3/5 de votos del total de sus integrantes. (Decreto 3857/09 del
17/11/2009)
Yo me pregunto: ¿No es más significativa una
modificación a la ordenanza de la construcción que una excepción? Las
excepciones crean precedentes, pero como su nombre bien lo señala, son
modificaciones puntuales a proyectos específicos. Estas tienen el problema de
que los beneficiarios son fácilmente identificables y fueron utilizadas en
demasiadas oportunidades por administraciones anteriores. Su sola mención hace
que muchos empiecen a mirar a su alrededor con ojos acusadores y el dedito
pronto para señalar a él o los culpables de algunas moles que modificaron para
siempre el paisaje urbano de nuestro balneario.
Por otro lado, las modificaciones a la ordenanza,
son permanentes e irreversibles. Una vez aprobada y permitida mayor
edificabilidad en una zona, es prácticamente imposible que este cambio se
revierta, ya que traería aparejado una serie de juicios y demás problemas
engorrosos para el gobierno municipal.
Yo me pregunto: Cuando se abusa de las
modificaciones a la ordenanza de la construcción, reconvirtiendo tierra a
diestra y siniestra, cambiándole el carácter a barrios enteros sin darle
participación a la gente que allí vive o tiene inmuebles en esas zonas, ¿no es
esto todavía peor que las excepciones?
El territorio no es valorado como un patrimonio
común o un recurso limitado, sino como un elemento generador de riqueza. En un
lugar donde los recursos siempre parecen escasear –aunque los últimos años no
hayan sido precisamente de vacas flacas para nuestro departamento, ni la región
- la necesidad de generar riqueza es considerable, y lo más fácil parece ser
echar mano a tierra sin desarrollar o según los criterios imperantes
“subutilizada”.
¿Por qué digo según los criterios imperantes? Porque
impera la lógica del desarrollista, esta reina suprema por sobre los intereses
de los habitantes comunes. ¿Y qué quiere el desarrollista? En la mayoría de los
casos: mayor edificabilidad.
El suelo es un recurso finito, y toda reconversión,
toda rezonificación debe ser sopesada con extremo cuidado. La modificación a la
ordenanza de la construcción es la herramienta mediante la cual nuestros
gobernantes están decidiendo no sólo el futuro de un territorio en particular,
sino que pueden estar cambiando la esencia, el destino de una comunidad, ya que
es los habitantes están indefectiblemente ligados al territorio en que residen
y todo lo que en él ocurra los afecta de una manera directa y muchas veces
irreversible.
“El urbanismo es político, y está cargado de
intencionalidad, no es una cuestión puramente técnica” dijo la Doctora Silvana
Pisano, arquitecta con un doctorado en “Dinámicas Territoriales y Estrategias
de Desarrollo” por la Universidad Complutense de Madrid, quien fue la principal disertante en el
taller “Las mujeres y el Plan Local de
Ordenamiento Territorial y Desarrollo Urbano”
el último de una serie de encuentros que organizó la Red de Mujeres
Políticas de Maldonado, que tuvo lugar en la Junta Departamental el sábado
pasado.
Es por su carácter de permanente y condicionante de
la vida de la población y economía de un departamento, que considero que es
escandaloso que se necesiten menos votos para modificar una ordenanza de la
construcción, que para aprobar una excepción. La primera es igualmente o más
importante que la segunda y no deberían ser aprobadas, ni a las apuradas, ni en
momentos en que la mayoría de la población se encuentra distraída en otras
cosas, como ser los últimos días del año.
Es inadmisible que cambios tan importantes se
cocinen entre gallos y medianoche, como se dijo de la modificación a la
ordenanza autorizando hoteles en el casco de José Ignacio, que fue aprobada en
las primeras horas del 14 de diciembre del 2011, a libro cerrado, sin debate ni
oradores.
Esperemos que el final del 2012 no nos traiga
aparejado sorpresas de este tipo.