lunes, 28 de mayo de 2012

¿Es Punta del Este un paraíso para los extranjeros?

Graciela es brasilera y vive en Punta del Este hace casi un año. Su trabajo como traductora le permite elegir su lugar de residencia, y en esta oportunidad escogió establecerse en Punta del Este.

La conocí en la casa de una pareja de un alemán y una rusa radicados en la zona hace más de tres años, y me impresionó no sólo su simpatía, sino sus impresiones de las dificultades que enfrentan los extranjeros que residen en la zona.

“Tengo muchos amigos extranjeros” me dijo “y muchos de ellos están desilusionados y con ganas de mudarse”. “¿Por qué? ¿De qué se quejan?” le pregunté, con preocupación. Siendo una de las pocas uruguayas de la reunión, me sentí en la obligación de ahondar en el tema. Nos vendemos al exterior como uno de los pocos paraísos que quedan en este mundo convulsionado, y las impresiones de Graciela me intrigaron.

Mi interlocutora no vaciló en identificar la raíz del descontento de sus amigos: los precios, la pesadez de la burocracia, la mala calidad de los servicios, la escasez de vida cultural y entretenimientos, la calidad de la educación y el deterioro de la seguridad eran los motivos por los cuales estas personas que en su momento decidieron radicarse en nuestro país, estaban considerando levar anclas e irse a pagar impuestos y contribuciones inmobiliarias a otras latitudes, que les dieran más por su dinero.

Mi primer impulso fue rebatir o al menos minimizar las críticas que estaba recibiendo, ya que me sentí en la obligación de defender a mi ciudad, mi casa, ya que era casi como si estuviera escuchando una crítica de mi persona. Pasada la primera impresión, cuando tuve un momento para pensarlo mejor, me di cuenta que esta chica en muchas cosas tenía razón, y que tampoco era la primera vez que escuchaba este tipo de argumentos.

Tengo la sensación de que todos nos hemos vuelto un poco autistas, escuchamos solamente al que nos dice las cosas que queremos oír. Las conclusiones que sacamos son parciales y no contemplan todas las voces. Estos extranjeros de los cuales mi interlocutora hablaba no son miles de personas, probablemente ninguno de ellos vota, y si unos cuantos de ellos se van, pronto llegarán otros que ocuparán ese lugar. Lo que sí me preocupa es que los nuevos que lleguen, vengan atraídos por las mismas promesas y se topen con los mismos problemas, problemas que no podemos dejar que se transformen en endémicos, sobre todo por falta de autocrítica. Gracias Graciela.

domingo, 20 de mayo de 2012

Sálvese quien pueda

Maldonado es un departamento rico, no sólo porque es el motor de la industria turística nacional, sino porque en él conviven personas con diferentes orígenes, profesiones, intereses y necesidades. Esa mezcla tan particular, esa rica amalgama que conforma nuestra sociedad, hace que este requiera de un gobierno municipal hábil y abierto que entienda la necesidad de balancear los intereses de votantes, contribuyentes no residentes, inversores y turistas. Todos estos tienen su idea de cómo debería ser el departamento y qué debería hacer por ellos el gobierno municipal. Este tiene la difícil tarea de legislar con habilidad, profesionalismo, firmeza, empatía y una gran dosis de humildad que le permita congeniar las distintas realidades que conviven en este territorio.

Cuando hay diferentes visiones de cómo debería ser el futuro del departamento, como sucede en el debate que ha generado la modificación de la ordenanza de la construcción en Rincón del Indio, parte del Proyecto Estratégico para el Eje Aparicio Saravia, es muy fácil y tentador caer en descalificar al oponente centrándose en el mensajero en lugar del mensaje: Si los que hoy se oponen a las torres en altura en la Avenida Miguel Ángel son nacidos y criados en Maldonado, o hijos o nietos de los mismos que se beneficiaron de la construcción de edificios en Punta de Este, parece ser más importante que cualquier argumento convincente que estos puedan esgrimir. Este tipo de discusión está muy por debajo de lo que necesita este departamento, que por su importancia y complejidad requiere de un debate serio, y sobre todo alejado de los partidismos que enturbian cualquier discusión genuina con reproches o ejemplos de horrores perpetrados por otras administraciones, con la supuesta anuencia de quienes protestan hoy.

Tenemos que salvarnos de quedar atrapados en argumentos fútiles y desgastantes que no hacen más que dividirnos y no aportan nada válido a la discusión, simplemente la banalizan y la transforman en un ejercicio inútil de acusaciones y una repartija de supuestas culpas de pasados desaciertos. Recordemos que Punta del Este tiene más de un siglo y se construyó con los aportes de varias administraciones y numerosos particulares que en su momento apostaron por este balneario agreste rodeado de mar y dunas. Estos dejaron una impronta sobre la que se construyó nuestra marca a nivel internacional, y es gracias a esta que vivimos y trabajamos gran parte de los habitantes del departamento de Maldonado.

Salvémonos de caer en el facilismo de reducir los debates que necesariamente se generan cuando se proponen cambios sustanciales en un departamento tan rico y complejo como el nuestro, a un duelo entre las propuestas de los visionarios de ahora, contrapuestas a las visiones arcaicas de quienes quieren dejar todo como está. El tema que nos preocupa es bastante más complejo que eso, y todos lo sabemos.