La fría y
aparentemente tranquila noche del martes 25 de junio podría haber
sido otra, como tantas que hay en el departamento de Maldonado en esta época
del año.
Las calles estaban
desiertas, todo el mundo, o mejor dicho, casi todo el mundo refugiado en el
calor de sus hogares.
Aparentemente no
pasaba nada fuera de lo común. Era noche de sesión en la Junta Departamental de
Maldonado. Digo aparentemente, porque pocos sabían que esa noche, nuestros
representantes electos debatían acerca de una nueva modificación a
la ordenanza para la construcción en Punta del Este que cambiaría para siempre
la entrada a nuestra principal ciudad balnearia.
Esta vez la zona
afectada era nada más y nada menos que la entrada a Punta del Este. La
edificabilidad de la zona que va desde la playa Las Grutas hasta la Laguna del Diario
fue modificada esa noche, permitiendo edificios de cinco pisos y bloques bajos.
¿La justificación? La
posible instalación en un futuro lejano e impreciso de un puerto en Piedras del
Chileno.
¿Certezas o garantías?
Ninguna.
¿Los responsables? Los
17 ediles del partido de gobierno que acatando las directivas de la intendencia
de Maldonado votaron por la afirmativa, a pesar de que 3 de ellos en su argumentación
dejaron en claro que lo hacían solamente por disciplina partidaria.
¿Y la oposición? Hizo
lo suyo, cuestionó, puso en evidencia el desconocimiento y la vaguedad de
algunos de los aspectos técnicos. Pidió una prórroga para estudiar mejor lo que
esa noche se votaba. Esta fue denegada.
¿El resultado? La
posibilidad de apilar más hormigón en otro barrio de Punta del Este. Otro
retoque de la ordenanza a la construcción que no responde a ninguna demanda
real del mercado, sino a la presión de los terratenientes y la desesperación
del gobierno municipal al ver el enlentecimiento de la industria de la
construcción y la pérdida de puestos de trabajo.
¿Quiénes ganan? Un par
de empresas con intereses en la zona que vieron como el valor de su tierra se
cuadriplicaba de la noche a la mañana. Los ediles de la oposición se
encargaron de dar los nombres y detalles.
¿Quiénes pierden?
Todos. Con este afán de reconvertir la tierra a destiempo no estamos generando
puestos de trabajo genuinos, ya que las condiciones no están dadas para que se
inicien nuevas obras en un futuro cercano. Estamos cambiando la
característica entrada a Punta del Este sin verdadera necesidad, la
primera impresión que se llevan nuestros visitantes. Al agregar más
tierra apta para propiedad horizontal al ya cuantioso stock, nivelamos para
abajo, penalizando a los que ya invirtieron y están edificando. Pierden
credibilidad nuestros representantes electos al no ser capaces de defender con
argumentos sólidos los válidos cuestionamientos de otros ediles.
Este mal de echar mano
a cuanta tierra se pone por el camino y pasarla por la máquina reconvertora en
la que parece haberse tornado la Junta Departamental, ya es endémico.
El edificio de la Junta alberga un ejército de soldaditos que
levantan prontamente la mano para votar cuanta cosa les ponen enfrente, en
muchos casos solamente por disciplina partidaria, en contra de sus
convicciones.
Como decía el
licenciado experto en desarrollos inmobiliarios Miguel Pato, a propósito de la
modificación a la ordenanza que permite construir torres de 21 pisos en el
otrora barrio jardín de Rincón del Indio: Punta del Este se merece algo mejor.
¡Y vaya si se lo merece!