Toda la vida me
gustó visitar los talleres de los artistas. Agradezco a los que me han abierto sus
puertas y dejaron ser partícipe del proceso de creación de sus obras. Me
inspira admiración y respeto, esa confianza, esa entrega. Calculo que debe ser de alguna manera como
desnudarse frente a extraños, ya que en el arte se vuelca lo mejor y lo peor de
uno mismo. Se abren compuertas que normalmente permanecen cerradas. En la
apertura de un taller, el artista se apresta a compartir un proceso que
pertenece más al ámbito de lo privado. Deja acceder a “la cocina,” muestra las
obras en ejecución, las técnicas usadas y se dispone a dialogar con su público.
Todo esto le da, a mi parecer, un ingrediente extra, un valor agregado a la
experiencia de apreciar una obra de arte.
El martes 15 de
mayo tuve la oportunidad de despuntar el vicio en Buenos Aires, en “Talleres Abiertos
de Par en Park” en el barrio de Barracas. Junto con tres amigas y
casi un millar de personas más, recorrí los talleres de doce reconocidos
artistas: Eduardo Hoffmann, Eugenio Cuttica, Milo Lockett, Hernán Dompe, Marino
Santa María, Juan Lecuona, Mónica Van Asperen, Daniel Corvino, Ana Candioti,
Amalia Bonholzer, Jorge Roieger y Horacio Sánchez Fantino. Todo esto ocurrida en
el impresionante edificio Central Park, inconfundible ícono porteño por su
colorida fachada diseñada por el famoso artista fallecido en 2008, Pérez
Celis.
Enclavado en el barrio de Barracas, con vista a la
Autopista 9 de Julio Sur, este
monumental conjunto arquitectónico ocupa una manzana entera. Este edificio fue
la sede de la imprenta Fabril Financiera, una de las más importantes de
Sudamérica, y de la Compañía Argentina de Fósforos (1889). En la actualidad es
un universo donde se alojan empresas de muy diferentes actividades y talleres
de artistas, guardería de obras de arte y también el Museo de la Balanza, con
más de dos mil piezas.
Cuadros de gran formato en
distintas técnicas, fotografías intervenidas, esculturas y objetos de diseño competían
por la atención del público desde las grandes salas, propias de un edificio
industrial. Para acceder a los talleres había que subir por un gran montacargas
pintado de negro, a modo de pizarrón, lleno de leyendas y dibujos. Se abría la
puerta y ¡Zas! Ahí estabas, entre hombres de traje, mujeres de tacos altos, excéntricos
con locos peinados, decenas de amantes del arte y algún que otro “famosito.”
Todos ellos personajes de la fauna porteña.
Desde
temprano, se supo que una de las expositoras invitadas era Sara Stewart Brown,
la mujer de Jorge Lanata, y que el popular periodista estrella del momento acudiría
al evento. Así fue y se convirtió en uno de los personajes más buscados de la
reunión. Desgraciadamente no me lo crucé, pero sí escuché los ecos de su
visita. Parece que fue aplaudido como una suerte de estrella de rock ni bien
entró a la sala.
Sara
Stewart, a quien su marido llama cariñosamente “Kiwi” y curiosamente trata de
usted, presentó una serie de retratos de la cantante argentina Juliana Gattas, líder
del grupo Miranda! Estas eran fotos intervenidas usando materiales poco
tradicionales, como productos de maquillaje y lentejuelas, canutillos y
perlitas. El resultado es un arte muy pop al estilo de los retratos de Andy
Warhol.
Cuando uno
visita una ciudad como Buenos Aires, esta siempre te tiene reservadas
sorpresas. “Talleres de Par en Park” una de ellas. Estoy segura que nunca me
hubiera enterado de la existencia de este lugar, a no ser por una querida amiga
porteña que conoce como nadie los secretos de esta fascinante ciudad.
Gracias
Daniela y Buenos Aires, por dejarme conocer una iniciativa que me encantaría que
se replicara, en menor escala, en nuestra ciudad. Estructuras no nos faltan,
como el ex cine Ocean o alguno de los otros edificios abandonados que tenemos
en la zona del faro de Punta del Este. ¿No se podrá dar algún incentivo a los
dueños de estos edificios para que los destinen, al menos por un tiempo, a
iniciativas de este tipo? Creo que todos saldríamos beneficiados.