viernes, 30 de julio de 2010

Secreto bancario: ¿Atraer o repeler inversores?


En estos días vimos en nuestra ciudad muchos argentinos que decidieron pasar sus vacaciones de julio entre nosotros. Me consta que varios de ellos tienen propiedades en Punta del Este, y me pregunto cuántos tendrán cuentas en bancos uruguayos.
Hace cosa de dos meses, se presentó en Uruguay un proyecto de ley en el que se proponen ciertos ajustes al Nuevo Sistema Tributario. Entre estos ajustes está la posibilidad de solicitar el levantamiento del secreto bancario ante el pedido de la Dirección General Impositiva, a efectos de fiscalizar las cuentas ya sea de personas físicas o jurídicas.
Estuve navegando por Internet y preguntando por ahí, y parece que en las últimas semanas no ha habido demasiada mención de este proyecto de ley. No sé si fue el Mundial que logró borrar de la memoria colectiva todo lo que no se tratase de fútbol, pero el caso es que después de haber estado ojeando las medidas propuestas, hay algunas cosas que quedaron dando vueltas en mi cabeza como, esto de: “a efectos de fiscalizar…”
Fiscalizar, que palabrita tan antipática. ¿Cómo se elegirá a los desdichados en cuyas cuentas se va a husmear? ¿Tendrá que efectivamente haber la presunción de evasión impositiva? ¿O basta el ánimo indagatorio de algún funcionario de la DGI, para que se solicite- juez mediante- el levantamiento del secreto bancario de las cuentas de algún antipático personaje? (no del agrado del funcionario de la DGI, se entiende).
Aunque en la exposición de motivos del proyecto de ley dice que “La solicitud, asimismo, en caso que sea requerida por nuestra administración tributaria, deberá estar debidamente fundada, y cumplir con la condición de necesidad para la verificación de la veracidad e integridad de las declaraciones juradas de los contribuyentes o la falta de ellas.” El caso es que el largo brazo de la DGI va a poder llegar a nuestras cuentas, el secreto bancario se debilita, poniendo a las instituciones financieras en una posición vulnerable.
En un artículo publicado en el Diario El País el 15 de julio pasado, se señala que los depósitos en el sistema financiero uruguayo cayeron U$S 145 millones en junio –el mes en que trascendió esta perla de proyecto de ley- con respecto al mes de mayo, según había informado en su momento el Banco Central. El mismo artículo dice que en términos relativos, la caída más preocupante fue en los depósitos de los no residentes, que disminuyeron en unos U$S 18 millones.
El proyecto de ley también prevé que esta información puede ser solicitada por “la autoridad competente de un estado extranjero.” Esta modificación al sistema tributario da la posibilidad de que- convenio de cooperación de intercambio de información tributaria mediante-, las autoridades fiscales extranjeras puedan conocer las operaciones bancarias de sus nacionales, cumpliendo ciertos pasos formales.
Temblamos en ambas márgenes del Rio de la Plata, ya que si la Administración Federal de Ingresos Públicos de Argentina- la AFIP, para lo íntimos- llega a los bancos uruguayos, habría que ver el desbande que se armaría.
Al advertir el revuelo que se estaba armando con la noticia de la flexibilización del secreto bancario uruguayo y la posibilidad de que ambos países firmaran un convenio de intercambio de información tributaria, por el cual viene abogando la Argentina hace tiempo, un funcionario no identificado de nuestro gobierno declaró el 5 de junio pasado al diario La Nación “Podemos llegar a firmar acuerdos con países como Malta, Burkina Faso y Lesotho, pero no la Argentina”.
Según una conferencia llamada: “Los convenios de intercambio de información que viene firmando Uruguay. ¿El fin del secreto bancario?”, recientemente celebrada en la ORT, Uruguay tiene acuerdos de intercambio de información tributaria con los siguientes países: México (firmado y ratificado por Uruguay), España, Portugal (tratados ingresados al parlamento uruguayo, aún no ratificados), Francia, Alemania (tratados firmados por Uruguay, pero aún no ingresados al parlamento). También tiene preacuerdos firmados con las siguientes naciones: Bélgica, Liechtenstein, Malta, Corea del Sur, Suiza y Finlandia.
Una de las razones que se esgrime para modificar la ley, es la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico) y su famosa lista negra. Al parecer Uruguay está actualmente -al igual que lo estuvo Suiza en su momento- en la lista gris de esta organización. Suiza logró salir de la misma mediante la suscripción de doce convenios de intercambio de información, cosa que le están exigiendo a Uruguay.
En Suiza -famosa por la impenetrabilidad de sus bancos- el intercambio de información sobre las cuentas de sus clientes dista de ser automático. La Ministra de Economía Suiza declaró en marzo pasado al diario El País de Madrid: "El secreto bancario sigue existiendo para los residentes en Suiza y colaboramos con la OCDE, pero el intercambio de información sobre cuentas de clientes no es automático". El procedimiento ahora depende de las autoridades de cada país, quienes deben hacer la demanda. Pero sólo en caso de sospechas fundadas de fraude fiscal, colaboramos de forma transparente.”
En cambio la reforma propuesta por el Banco Central de Uruguay y el Ministerio de Economía da rienda suelta- a través de los ya suscriptos y futuros convenios de intercambio de información- a los fiscos extranjeros a husmear en las cuentas que puedan tener sus ciudadanos en Uruguay.
¿Esto no les huele mal? ¿A qué tipo de presión política estaríamos cediendo y a qué costo?
Históricamente gran parte del atractivo de nuestro país, y de Punta del Este en particular, residió en ser en muchos sentidos hospitalarios con los turistas y los inversores. No estamos seguros que vaya ser a seguir siendo así. El Ministerio de Turismo y el de Economía y Finanzas no parecen caminar en la misma dirección.
Con todo, preferimos esperar que los próximos convenios que Uruguay firme sean con Lesotho y Burkina Faso, como declaró el funcionario no identificado de nuestro gobierno, y no con ninguno de nuestros vecinos

jueves, 8 de julio de 2010

Alentando a la Celeste desde la capital del imperio


Cuando estaba haciendo la valija para mi viaje a los Estados Unidos, decidí a último momento incluir unas camisetas y unos pareos con la bandera uruguaya, sin pensar que iban a ser el mejor regalo que les podía hacer a mis amigos uruguayos residentes en la capital norteamericana.
Poco a poco la fiebre mundialista se va adentrando en los corazones y voluminosos cuerpos de los estadounidenses. De la mano del Waca-Waca y al ritmo de las caderas de Shakira, los norteamericanos se están dejando seducir tímidamente por un deporte que hasta hace poco estaba asociado exclusivamente con los latinos y las niñitas de colegio- si, acá el fútbol es mayormente un deporte femenino-.
Hoy leyendo una encuesta en uno de los diarios de la capital estadounidense, un sorprendente 27% de los encuestados sostienen que la Copa Mundial de Fútbol afectó su productividad en el trabajo. En Uruguay, un modesto 27% parecerá muy poco, pero un país como los Estados Unidos, de herencia protestante, donde el trabajo es prácticamente sagrado, esto es mucho decir.
Puedo decir que tuve el privilegio de ver el partido Uruguay-Holanda en el Departamento 20, como lo llama el Ministerio de Relaciones Exteriores, rodeada de compatriotas que viven en el exterior.
Banderas, camisetas, tambores, la esperanza y el entusiasmo se dieron cita en un bar del tranquilo barrio residencial de Cleveland Park, en Washington, DC. Al menos unos 50 uruguayos coparon el establecimiento y alentaron a Uruguay con una mezcla de fervor, orgullo y nostalgia.
“Uruguay lleva el deseo de todo un continente al enfrentarse con Holanda” era uno de los titulares de The Express, un diario gratuito que se distribuye en Washington, DC y reúne una síntesis de las noticias más importantes del mítico Washington Post.
Hinchas de todas las edades, pelos y colores se reunieron en un sofocante día de más de 35˚C y alentaron al equipo celeste como si estuvieran en el estadio en Sudáfrica. No faltó el candombe, ni los cánticos. En el mismo lugar había unos pocos holandeses acoquinados en el fondo del bar, apabullados por tanto entusiasmo latino.
La más que dudosa actuación del árbitro se llevo unos cuantos epítetos irreproducibles por nuestros apasionados compatriotas. El 1 a 1 dio paso una especie de delirio que solamente disminuyó cuando Holanda metió los 2 goles que coartaron nuestras esperanzas de llegar a la final. El broche de oro fue el segundo gol de Uruguay, ya que la sensación que allí reinó fue la de un profundo orgullo de haber jugado un excelente partido y cómo decía el titular del diario que menciono, haber llevado a cuestas la reputación de no sólo nuestro pequeño país -prácticamente desconocido para muchos, sin ser por hazañas de este tipo- si no la de todo un continente.
A diferencia de los franceses y otras selecciones que coparon los titulares con sus desplantes infantiloides de jugadores y técnicos, los uruguayitos dieron al mundo un ejemplo de mesura, tesón y espíritu de equipo que les valió para que el 3 a 2 a favor de Holanda no tuviera el amargo sabor de la derrota, sino la satisfacción de saber que se hizo el mejor esfuerzo y se cumplió con el deber.
“Tres millones de esperanzas”, decía uno de los carteles en el estadio sudafricano, tres millones y pico tengo que agregar. Yo vi con mis propios ojos a esos casi 50 uruguayos que estaban conmigo en ese bar en ese tórrido día, uruguayos que viven lejos de su patria; el aire que se respiraba al terminar el partido era de tristeza pero también de un profundo orgullo.
Los uruguayos de Washington, DC se fueron a sus casas y a sus trabajos con sus camisetas, banderas y tamboriles, la frente en alto y la satisfacción de haber visto a la Celeste jugar como verdaderos deportistas y caballeros.
El mundo entero nos estaba mirando, cosa que no pasa a menudo.

Florencia Sader
Washington, DC
Julio 2010