martes, 14 de julio de 2015

Bailando con Zorba

Durante las últimas dos semanas los titulares de los diarios del mundo, especialmente los europeos, han sido acaparados por noticias de Grecia. El Primer Ministro griego Alexis Tsipras y su partido el Syriza salieron airosos tras la peligrosa jugada del referéndum express del 5 de julio pasado. La rotunda victoria del "Oxi" (No) dejó a varios de los socios europeos de Grecia en un estado de impaciente irritación, que no parecía afectar demasiado al gobierno heleno.
Como Alexis Zorba, el personaje creado por el escritor Nikos Kazantzakis e inmortalizado en la famosa película de 1964 protagonizada por el actor mexicano Anthony Quinn, los griegos, haciendo gala de una rebeldía no precisamente germana, tuvieron al resto de Europa en vilo. Grecia bailó peligrosamente al borde de una cornisa con la complicidad del 61% de sus ciudadanos, mientras el resto de sus euro-socios la miraban atónitos, unos con una pizca de simpatía como Francia o España y otros con creciente desconfianza e incredulidad. Todo este bailoteo, y este ir y venir incesante de propuestas y contrapropuestas quedó al final como una puesta en escena del gobierno griego, cuando finalmente a fines de la semana pasada, decidieron aceptar una batería de recortes y nuevas cargas fiscales, muy parecidas a las rechazadas en el referéndum por la población.
Viniendo de Uruguay, encontré más similitudes que diferencias entre mis compatriotas y el pueblo griego. En los lugares turísticos la mayoría de ellos habla un inglés pasable, en el cual conversaron conmigo acerca de la peculiar situación que estaban viviendo. Sumidos en una profunda incertidumbre en lo que les deparaba el futuro, pero con una fe rayana a la inconsciencia, este país de sol y mar azul profundo, cuna de la civilización occidental, parecía estar embarcado en una cruzada histórica. A la cabeza un envalentonado novel primer ministro que le hizo creer a sus compatriotas que tenían la posibilidad de negociar duramente con Europa, cuando la realidad era que estaban acorralados a punto de dar un paso al frente hacia un abismo desconocido. Compartimos con Grecia el amor por el fútbol y los empleos públicos. La política y la polémica de bar es otra de las pasiones que tenemos en común con los helenos. En mis recientes vacaciones en la paradisíaca isla de Mykonos, bastaba asomarse a los cafés y bares en los que se juntan los locales, para encontrar siempre un grupito debatiendo, café o vasito de ouzo de por medio. La saliente administración de la intendencia de Maldonado parece compartir otra preocupante característica con los líderes de este pueblo milenario: la tendencia a gastar más de lo que recauda y querer vivir de fiado. El tema es que cuando se contraen más compromisos de los que uno es capaz de asumir, tarde o temprano llega la cuenta, y ahí hay que ver quién está todavía sentado en la mesa para levantarla. Pasarse la pelota para que sea otro el encargado del antipático “ajuste” es moneda común entre los gobiernos populistas que gustan tergiversar la realidad para ganarse el favor de sus ciudadanos. En el caso de Grecia el pueblo dijo "No" a más recortes, más ajustes y le dio un voto de confianza a sus líderes políticos, que les hizo creer a algunos ingenuos, que había formulas milagrosas para salir del brete en que ellos mismos y administraciones anteriores los habían metido.
Lamento mucho el estrés y la agonía que tuvo que sufrir el pueblo griego, con estas idas y venidas, bancos cerrados, incertidumbre y falsas expectativas. Mientras tanto "efkaristó polí" (muchas gracias) Grecia por dejarme disfrutar de tus bellezas naturales, tu gastronomía, la hospitalidad de tu gente, tu historia que se respira a cada paso que uno da. Desde este rincón perdido del mundo deseo que tu viaje hacia una nueva era, termine bien para tu gente.


Europa... ¿y después?

Cuando elegí venir a pasar unos días a Mykonos con una amiga que es prácticamente local en esta isla, poco me imaginaba que iba a estar en Grecia en un momento histórico. No sólo tuve la oportunidad de darme baños de mar en las aguas azul profundo del Egeo, disfrutar de la sabrosa gastronomía local y recorrer las laberínticas calles azules y blancas de la zona del puerto de Mykonos, fui testigo de una semana clave para este hermoso país. 
Como todo centro turístico, la vida transcurre en un limbo hedonista, un poco fuera del mundo. No vi nada parecido a las manifestaciones de Atenas que se ven por televisión, apenas un mal disimulado malhumor entre los locales y una palpable incertidumbre reflejada en las millones de televisiones y radios encendidas con noticias en inteligible griego las veinticuatro horas del día. Grecia enfrenta el dilema: se aprieta el cinturón, suelta el lastre de demasiados empleados públicos, abandona la demagogia, adopta una política fiscal más estricta, paga sus deudas, empieza a hacer las cosas con más prolijidad, o se cae de Europa. 
Cabalgando entre oriente y occidente, este país mantiene su belleza salvaje porque prácticamente se salteó el renacimiento, según palabras de mi anfitrión griego. Es especialmente preocupante su situación geográfica, con vecinos como Albania, Macedonia, Turquía y Bulgaria, lo une a Europa un precario cordón que puede ser cercenado el primer domingo de julio: el euro. Grecia atrae a unos dieciocho millones de turistas por año, según datos del Mundial, siendo esta su principal industria. La tensa espera de la decisión del pueblo griego en el plebiscito del domingo 5 de julio, va corroyendo los nervios, en una semana no apta para cardíacos. El domingo se volcarán a las urnas desde todos los rincones del país para votar por el “Nai”(si) o por el “Oxi” (no). Este último es lo que promueve el gobierno de Alexis Tsipras, el Primer Ministro griego de 38 años, electo hace apenas seis meses, luego de un vertiginoso ascenso de su partido el Syrizas, una coalición de izquierda. Según palabras de Tsipras, un respaldo del pueblo al “no” les daría más fuerza para negociar unas mejores condiciones para renegociar la deuda que el país tiene con sus acreedores. Apelando al orgullo y el nacionalismo griego el “oxi” lleva el pomposo lema de “Por la dignidad y la democracia”. El “si” promovido por una minoría de la oposición, intelectuales e independientes, asegura la permanencia de Grecia en la euro-zona y la aceptación de las condiciones propuestas por los acreedores. Los entendidos dicen que este es un punto de inflexión para el pueblo griego, que estrena gobierno de izquierda. Si sale el “no”, esto los deja en una incertidumbre aún mayor de la se encuentran, ya que están viviendo una suerte de corralito rioplatense, con los bancos cerrados, pudiendo retirar apenas unos sesenta euros por persona por día de los cajeros automáticos. Todos se preguntan qué será de los depósitos en los bancos, mientras la desconfianza crece y crece, a pesar de los intentos oficialistas de tranquilizar a la población. 
En la apacible Mykonos, los signos de la crisis son casi imperceptibles. Esta isla de casi 90 kilómetros cuadrados perteneciente al archipiélago de las Cíclades, se encuentra a una escasa media hora en avión de Atenas. Es una de las más visitadas por turistas de todo el mundo. Con una población estable de unos diez mil habitantes, llega a recibir en los meses de verano entre 600.000 y 1000.000 visitantes. Famosa por su vida nocturna, es destino obligado de los ricos y famosos del mundo entero. Mientras empieza a llegar el grueso de los turistas con ganas de sol, mar y diversión, se oye el murmullo de la discusión de los locales en el musical idioma griego, que no se despegan de los aparatos de televisión, pendientes del próximo anuncio. Queda esperar los resultados de los comicios del domingo, encomendarse a los dioses para que esta tragedia griega tenga una resolución favorable, y este maravilloso país, cuna de Sócrates y Pericles, decida su destino a consciencia.