No se puede
negar que hemos tenido hasta ahora, una temporada “atípica”. Digo atípica para
usar un término que no irrite ministeriales sensibilidades. Nunca se sabe quién
puede leer esta columna, se corre el riesgo de ser retado en público, como le
ocurrió recientemente en la reunión de la Cámara Uruguaya de Turismo al presidente
del Centro de Hoteles de Punta del Este, Fernando Massa.
No podemos
decir que no esperábamos alguna ola que otra. El mar de fondo estaba instalado
hace tiempo ya, pero la combinación letal que tuvimos este febrero, regada por
las abundantes lluvias, rebalsaron las ramblas y cualquier agorera previsión.
La temporada
2014 acelera un proceso, y deja al descubierto como una bañera a la cual le
remueven bruscamente el tapón, la vulnerable desnudez en la cual se encuentra la
industria turística de nuestro departamento: costos operativos cada vez más
altos, dólar planchado, pérdida de competitividad frente a otros destinos.
Los diputados
por el departamento de Maldonado, haciendo gala de su sentido de la
oportunidad, exacerbado por el hecho de que ya estamos entrando en época de campaña,
convocaron a una reunión con
representantes del empresariado local el viernes 14 de agosto en la Liga de
Punta del Este. La idea era recoger las inquietudes, reclamos y sugerencias de
los distintos gremios para hacerse una idea general de la situación. Los
diputados se sentaron frente a los empresarios y escucharon por más de dos
horas los planteos de los hoteleros, gastronómicos, inmobiliarios, dueños de compañías
de transporte marítimo y representantes de la industria de la construcción.
Se le pidió a
los diferentes gremios que entregaran por escrito una serie de medidas que
pudieran ayudar a paliar la difícil situación que atraviesa la industria turística.
Al final de la reunión los diputados dieron su visión de la situación, -obviamente
teñida por el color del partido político al que representan- y se comprometieron
a hacer los deberes con el material recabado.
La mayoría de
las medidas solicitadas por los empresarios implican una renuncia fiscal del
gobierno central, en pos de alivianar un poco la carga tributaria de las ya
malheridas empresas locales.
Difícil que el
chancho chifle, ya que la corriente va en otra dirección, y el gasto público
demanda que el manantial impositivo no
disminuya su caudal.
En un arranque
de optimismo me gustaría pensar que nuestros diputados, una vez en Montevideo, van
a tener la capacidad de transmitir la realidad que se vive en nuestro
departamento, que a pesar de todos los discursos e infructuosos esfuerzos sigue
dependiendo excesivamente del resultado de las temporadas.
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