jueves, 20 de agosto de 2009

El 24 se me pianta un lagrimón

¿Dónde más podría haber sido inventada la Noche de la Nostalgia, si no fuera en nuestro bienamado Uruguay? Portugal quizás, que tiene como música característica el fado, que resuma melancolía. El hecho de que la idea del DJ de la recordada CX 32 Radio Mundo, Pablo Lecueder, prendiera de la manera que prendió y se convirtiera en un acontecimiento que, según se dice, supera en número de gente que se adhiere a varias festividades más tradicionales, como la noche del 31 de diciembre y la víspera de navidad (o día de la familia como el viejo Batlle lo rebautizó) dice mucho de nosotros como pueblo, la verdad sea dicha que nos pinta de cuerpo entero.

Corría el año 1978 y el grupo propietario de Radio Mundo organizaba, el 24 de agosto aprovechando el feriado del 25, una fiesta de música vieja, los llamados “old hits”, esta idea fue retomada y comercializada en la década de los 80 . La fiesta creció propagándose como un reguero de pólvora, inflamando nuestros melancólicos corazones yoruguas, alimentados de tanta “Suiza de America-Montevideo tacita de plata- Maracanzo,” transformándose en un acontecimiento que no respeta edades, clases sociales ni gustos musicales.
Parece que en Uruguay todos tenemos nostalgia, los de 20 de cuando tenían 13 o 15 (ya que mucho más atrás no les puede llegar la cosa) y todo el resto añora una, dos, tres o cuatro décadas pasadas dependiendo de cuando se sentían libres, irresponsables y los más cancheros de todos, cuando sea que eso pasó (en la gran mayoría de los casos únicamente en nuestra imaginación) ese es el periodo que buscamos recrear esa noche. Queremos que vuelva ese momento en que teníamos más pelo, menos mañas y nuestra vida parecía un libro en que apenas estábamos empezando el primer capítulo, todavía no se sabía dónde iba y las posibilidades eran ilimitadas.

Hoy en día el 24 de agosto ofrece una profusión de programas: cenas, cenas bailables, cenas-show, boliches ambientados para la ocasión y todo el empresario que puede se sube al “tren de la nostalgia” para aprovechar la rara ocasión en que los normalmente caseros y tranquilos uruguayos deciden salir en masa a los lugares públicos a recordar tiempos pasados por medio de la música.

Lo que también ofrece esta noche es una prueba de fuego para las parejas en las cuales hay un tranquilo/a y un/a bolichero/a…. que estrés, ¿Qué hacer? ¿Arrastrar a él o la pobre a un boliche, y recordarle la época en que sufría porque fulanito/a prefería bailar con su mejor amigo/a?¿O aguantarse y quedarse en casa, odiando al moplo, pensando en lo bien que la está pasando el resto? Gracias a Pablo Lecueder, muchas parejas se someten a esta tortura todos los años, estoy segura de que algunas no sobreviven.

Seguiremos disputándonos con Argentina a Carlitos Gardel, pero adoptando la Noche de la Nostalgia como emblema nacional, nos ganamos el galardón de “tangueros irredimibles” de “nostálgicos empedernidos” y superamos ampliamente a nuestros vecinos ya que ellos no tuvieron la genialidad de inventar una “fiesta nacional de la añoranza” ¿Habrá algo más tanguero que eso?
Yo creo que no.

2 comentarios:

Arrancopelito dijo...

Juaaaa,
Algo parecido pero menos caritativo escribí yo hace algunos días...

http://puntadelesteexpats.blogspot.com/2009/08/la-noche-de-la-nostalgia-that-whacky.html

Unknown dijo...

La verdad que en los momentos menos pensados la nostalgia se le aparece uno de las formas más insólitas, ya con la música de un DJ al más puro estilo Alvaro Quartino, ya cuando pasas por un monte de eucaliptus y el aroma te lleva a esas cabalgatas mixtas que se armaban en el Jagüel tipo 6 de la tarde, ya cuando la nostalgia te trae al presente personas que nos ves hace años y pareciera que estuvieron juntos tan sólo ayer. Es verdad, la nostalgia nos encuentra con menos pelo, más panza, y todos los rasgos del paso del tiempo. Quizas la nostalgia es justamente esa pequeña ilusión momentanea de que no paso el tiempo y que eso que, fue es lo que estamos reviviendo hoy. Pero bueno basta de divagar, lo cierto es que la fiesta de la nostalgia es oriental, pero Carlitos .el rey de la nostalgia- es tan porteño como el obelisco.