“Barcos de amplio velamen, pero sin timón, no saben
adivinar su propia ruta: ignoran si irán a varar en una playa arenosa o a
quedarse estrellados contra un escollo”. Fragmento del Hombre Mediocre de José Ingenieros.
Las mujeres de Maldonado interesadas en la
política tuvimos una oportunidad única el año pasado de participar de un ciclo
de capacitación, que proféticamente se llamó “Mujeres al Timón.” Estos talleres
temáticos se llevaron a cabo durante cuatro sábados en la Junta Departamental. El
objetivo era educar a las mujeres en temas relacionados a la política y
promover la participación de las mismas en las listas, con vista a la ley de
cuotas que será implementada por única vez en las elecciones nacionales del
2014. Esta establece una participación más
equitativa de ambos sexos en la integración de órganos electivos nacionales y
departamentales y la dirección de los partidos políticos: de cada tres
postulantes a los cargos, uno debe ser de un sexo diferente.
Confieso que nunca
fui muy amante de esto de agrupar a la gente por características que no
elegimos, como ser género, raza, edad, lugar de origen o cualquier otra
particularidad con la cual se pretende encasillar a un grupo de individuos. Es
por eso que dudé antes de apuntarme en los seminarios de “Mujeres al Timón.”
Pudo más la curiosidad y las ganas de aprender acerca del proceso electoral de
nuestro país. No salí defraudada, durante cuatro sábados me senté el cómodo sillón
de algún edil de la Junta Departamental y escuché disertaciones muy
esclarecedoras, como la de la politóloga inglesa radicada en Montevideo, Niki
Johnson, que hizo un resumen de la participación femenina en los gobiernos
nacionales a lo largo de la historia.
La asistencia a
estos talleres superó las expectativas de las organizadoras, a las fernandinas
se sumó un importante contingente de Rocha. Mujeres de distintas edades,
profesiones, clases sociales y localidades del departamento colmamos el recinto
de la Junta Departamental. Era un grupo heterogéneo con un interés en común:
aprender. En los ejercicios prácticos nos agrupábamos por partido político;
junto con otras cuatro o cinco más nos autodenominamos las sin partido o
indecisas, y haciendo nuestra momentánea indefinición a un lado, debatíamos los
temas propuestos y tratábamos de lograr el consenso necesario para presentar
nuestra posición al resto del grupo.
Todos los grupos
humanos tenemos nuestras particularidades, características que nos hacen
fuertes y nos unen y otras que nos debilitan y separan. Lamentablemente vi
prevalecer las segundas en relación a un incidente con respecto a unas firmas
que tuvo lugar el mes pasado. A mi parecer, el tratamiento de lo que pudo haber
sido un problema interno, resuelto dentro de la Red de Mujeres Políticas,
agrupación que supuestamente promueve la
solidaridad y el empoderamiento de las
mujeres, en vísperas de la aplicación de la esperada ley de cuotas, distó mucho
de ser caritativo, respetuoso y ni siquiera solidario.
Quiero pensar que
la Red de Mujeres Políticas puede reponerse de este revés, que los tímidos
intentos de apelar a la unidad promovida por ser del mismo género, no fueron
borrados de un golpe de timón, y va a primar la solidaridad femenina por sobre
los egos, las rencillas dentro y entre los distintos partidos y los intereses
particulares.
Quiero pensar que
el barco que zarpó gracias al esfuerzo de un pequeño grupo de mujeres emprendedoras
que llevaron esta iniciativa adelante con todo lo que esto conlleva, va a
llegar a buen puerto y no va a quedar encallado por la falta de visión e intolerancia
de unas pocas.
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