domingo, 24 de noviembre de 2013

Los dinosaurios

Los mismos dinosaurios de siempre, esos a los que les cantaba el genial Charly García anunciando su desaparición, se resisten a morir.
Y los dinosaurios son así, pintorescos, de gran porte y  sobre todo obsoletos. Pertenecen en los museos de historia natural, pero se empeñan en seguir circulando por las calles. Cada tanto alguno hace el esfuerzo de modernizarse un poco y aparece por las redes sociales, a veces con algún alias para meter la paja en el ojo ajeno.
Hay dos características notables y comunes en todos los dinosaurios: la falta de autocritica, y los delirios de grandeza. Los dinosaurios se encuentran a sus anchas en la política, tejen alianzas, las destejen, se traicionan,  se abrazan y sobre todo se sacan fotos en las que se destacan sus vientres prominentes de tanta parrillada. Los dinosaurios son amigos de los discursos grandilocuentes y los gestos airados.
Los dinosaurios en general son machos, hay alguna hembra dando vueltas, pero en general estas no sobreviven en este combo de vino tinto, choripan, demagogia y testosterona. Si alguna hembra de otra especie se acerca a la cofradía de dinosaurios, estos ven si pueden usarla de alguna forma por un ratito pero pronto se aburren de ella y la descartan sin demasiados miramientos.
En Maldonado abundan los dinosaurios. Viven en un mundo alternativo en que necesitan de otros dinosaurios que validen su existencia. Es en el mundo “dinosauril” en que se montan culebrones de amores interesados, lealtades traicionadas, proclamas y pactos que nunca se pensaron cumplir.
El resto de los seres miramos asombrados a los dinosaurios y sus torpes andanzas, cantando bajito el estribillo de la canción de Charly: “Los amigos del barrio pueden desaparecer, pero los dinosaurios VAN a desaparecer.