martes, 8 de junio de 2010

Un pelotazo en contra


Se viene, se viene, se viene la Copa Mundial de Fútbol, Sudáfrica 2010. ¡Que pelotazo!

¿Qué pasa, está enferma? Dirá el 99 % de la gente, ¿cómo es posible que sea tan desfachatada y se anime a decir una barbaridad semejante?

Debo confesar con cierto pesar, que pertenezco a una vergonzante minoría; soy parte de ese 1 % al que no le interesa para nada el fútbol. Algún gen falló y mi “uruguayez” no es completa.

Me importa un reverendo bledo cuando juega Peñarol y Nacional. Tengo el tupé de seguir mi vida como si tal cosa, mientras mis amigos, parientes y conocidos se matan por ir al Centenario, o se concentran frente a los televisores, como si en el partido se estuviera decidiendo la vida de algún gladiador romano.

Se viene un mes de gente enfervorizada, hipnotizada frente a las pantallas plasma, LCD, LED, especialmente compradas, en interminable cuotitas, para ver el mundial. Durante gran parte del mes de junio y julio, muchos compañeros de trabajo se van a enfermar seguido, los chicos de colegio van a faltar más que de costumbre -con la bendición de sus futboleros padres-. La política, la flexibilización del secreto bancario, el IRPF, van a dejar de ser el principal tema de conversación. Todo va a funcionar a media máquina, sintonizado con los vaivenes de la pelotita en el continente africano.

Tendré que camuflarme y pretender que soy uno de ellos, ya que no hay lugar para nuestro modesto 1 %. Nuestro notorio desinterés es no sólo antipatriótico, -¿cómo no te va a importar cuando juega Uruguay?- sino que también es antisocial, hay que tener mucha personalidad, para sobrevivir al escarnio al que te puede someter el 99 %.

Somos unos parias, lo sabemos, pero no podemos hacer nada al respecto, ya que cuando algo no te interesa, se nota, los hinchas lo huelen y todos nuestros esfuerzos por pertenecer no suenan sinceros.

¡Cuántos corazones rotos en el Río de la Plata por un traspié de Messi o Forlán! ¡cuántas esperanzas destrozadas en dos continentes por la tarjeta roja a McCarthy o Fabiano! ¡qué odio que va a despertar entre los mexicanos ese juez que no cobró falta por la patada que le dieron a Márquez!, ¡cuánta polémica al día siguiente del partido, en la oficina, en el almacén, en la calle, acerca de esa falta, si esa era digna o no de un penal! ¡qué dilema, acerca si fue la mano de Dios o la mano de un jugador la que metió ese dudoso gol! y entre nuestros compatriotas, ¡cuánta presión va a sufrir Tabárez , sabiendo que puede ser crucificado por una horda de hinchas desilusionados!

Algo sabe del tema, no fue totalmente honesta, pensarán, ya que mencionó a varios de los jugadores estrella de las distintas selecciones. Bueno, la verdad es que pedí ayuda al hijo de una compañera de trabajo, que me proveyó de una lista de tres hojas con “la esperanza” de las distintas selecciones, cuando pedí auxilio con este artículo.

Y bueno, no me queda más remedio que sobrevivir a otro mundial. Algún que otro partido me comeré, ya que si no estoy condenada al ostracismo y me tendría que preparar para vivir un mes a contramano con el resto del mundo. Pretenderé que me interesa seguir los avatares de veintidós tipos corriendo detrás de una pelota como si en ello les fuera la vida. Gritaré algún gol, para no desentonar. Veré miles de comerciales alusivos, -ya que el mundial es la gallinita de los huevos de oro de la publicidad-. Fingiré tristeza si Uruguay no logra superar algunos de los pesos pesados que tiene como rivales, en el grupo que le tocó,- ¿Ven? no puedo con la condición, otra vez me hago la entendida-.

No es fácil no tener el gen futbolero, es una carga pesada de llevar. La Copa Mundial de Fútbol es un constante recordatorio de esta dolorosa condición.

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